
Nos preparamos para celebrar la Pascua. A todos nos gustan las celebraciones, especialmente cuando estas tienen un significado personal y especial. Celebramos cumpleaños, aniversarios, graduaciones, mejorías de salud y muchas cosas más. Podemos tener muchas razones para celebrar. Pero cuando la celebracion nos recuerda que somos nosotros directamente los beneficiarios de un sacrificio perfecto, santo e inmerecido, la celebración tiene mucho más significado.
Para Aquel, de quién no somos dignos de lavar sus pies, nada era más importante y serio que nuestra salvación. Aún conociendo el dolor y sufrimiento que esto implicaba, no se detuvo. Nuestra redención demandaba el derramamiento de su propia sangre. Estoy eternamente agradecido a Cristo. Soy deudor. Su cuerpo fue golpeado y quebrantado para que su vida pudiera llegar a ser la mía y la de tantos otros. El Cordero de Dios fue inmolado para que pudieramos sentarnos a su mesa. El vino de su sangre se derramó para perdón de nuestro pecados.
Esa noche de Pascua fue la noche perfecta de todos los tiempos. Las tres comidas simbólicas, el pan sin levadura y las hierbas amargas encontraron el centro del trama divino y la humanidad en la cruz del Calvario. Ese fin de semana fue santo. Para el judío, la fiesta era un recuerdo de su liberación física. Para nosotros, esta época santa nos recuerda nuestra liberación espiritual. El Cordero nos limpia de pecado y nos da la salvación. La Pascua fue celebrada y nuestra liberación obtenida. Pablo lo dice así “Nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.” 1 Corintios 5.7.
Estoy persuadido que esa copa fue también la copa simbólica a la que Cristo se refirió horas antes en Getsemaní. Le pidió al Padre que quitara esa copa. Nos recuerda la expresión más grande de amor que el mundo ha conocido y el centro de la celebración. El es mi Pascua y la tuya también.
En la primera Pascua, las hierbas amargas simbolizaron la amargura del sufrimiento y la esclavitud del pueblo de Israel. Representaban la aflicción de la muerte y la sustitución con un cordero inocente. Esas hierbas amargas tenían como propósito llenar los ojos de lágrimas al recordar el dolor de la esclavitud. Hoy, nosotros podemos mirar atrás, recordar cómo vivíamos antes de conocer a Cristo y experimentar la verdadera libertad.
Éxodo 12.1-14 relata la institución de la Pascua como celebración. El v.14 dice “Y este día será memorable para ustedes.” Hoy, muchos buscan razones que valen la pena celebrar. Intentan encontrar significado en cosas pasajeras. Comen panes que no sacian. Beben vinos que no satisfacen y se recuestan en hierbas amargas que perecen.
Te invito a celebrar el Cordero perfecto de la Pascua conmigo. No permitas que se quede en el vasto y lejano recuerdo. Recuerda la santa historia. Léela tu mismo(a) otra vez. Deja que avive las brasas de tu corazón. ¡Haz fiesta!